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jueves, 15 de agosto de 2013

La espada, la cruz y la trampa

La trampa para invadirnos de sus tinieblas, esas que dicen disipar, son cada vez más complejas, más perfectas, más parecidas a nosotros mismos y entonces resultan más convincentes. En cinco siglos la esencia de la historia no ha cambiado. Justifican divinamente nuestra pobreza para mantener su riqueza, la opresión, su liturgia y grosería.