Translate

martes, 23 de abril de 2013

Reminiscencias

Sarmiento, Chubut. En el fondo, la sierra del San Bernardo que resguarda este valle fértil.

Desde la ferretería de mi viejo hasta el hotel de mi abuela los separaba una sola cuadra. Un mediodía, mientras en ese trayecto sorteábamos las baldosas rotas de la vereda, un primo me preguntó: “¿Cuánto es cinco más tres?” Habré respondido doce, pues era un número que sonoramente me reconfortaba; aunque soy sincero, es un recuerdo demasiado vago el que tengo ahora.
Es en un valle al que siempre es más lindo si se mira hacia el oeste, desde donde nos llega el viento. Ahí queda este pueblo. Casi siempre fuimos un conjunto de casas desparramadas, distanciados por baldíos de yuyos y alacranes, y tres o cuatro calles cementadas. Cuando aprendías a andar en bicicleta sólo te prohibían una cosa: no cruzar la avenida San Martín. Por alguna razón, la fotografía de paisaje –es decir, del paisaje sin más—tiene poco prestigio. Pero qué hay cuando eso tiene tanto que ver con uno. (...)